martes, 6 de julio de 2010

la joven de las naranjas

Qué habrías elegido si te hubieran dado la oportunidad de elegir? Vivir un breve rato en la tierra y al cabo de unos años ser arrancado para jamás volver? O habrías rechazado la oferta?
En torno a esta pregunta gira este maravilloso libro.
Es sencillo, la misma elección de siempre. Arriesgar o asegurar. Si los estudios actuales no nos clasificaran en gente que usa desodorante o no y se dedicaran a cosas más interesantes, (no digo que la ausencia de desodorante, no sea importante), creo que nos separarían en dos grupos principales. Los que esperan su suerte y los que la persiguen.
Los que aprovechan cada instante, arriesgándose a caer y a levantar. Y los que esperan que la suerte les libre de cualquier riesgo, de cualquier alteración que les haga sentir y vislumbrar, cualquier síntoma de futura pérdida. Puede que exista el destino, puede que no. Puede que haya afortunados, pero no estrellados, sólo vencidos. Gente que se abandona a su destino como un trayecto sin pena ni gloria, simplemente, por vivir sin sufrimiento alguno. Pero la vida no es sencilla, no está hecha para todos por igual. La joven de las naranjas nos muestra como a veces tenerlo todo y perderlo de un plumazo, se confunden sin remedio. En ocasiones, el sentimiento de pérdida es tan grande, que hace replantearse una vida entera y si realmente nos compensa el mero hecho de sentir. Yo creo que si.