viernes, 29 de octubre de 2010

de emoción y desilusiones

Ayer tuve el honor de cumplir uno de mis sueños. Conocer a Fernández Mallo. Si hace unos días escribí sobre su obra, ayer pude corroborar mi admiración absoluta. Sus palabras desprenden transgresión, frescura, inteligencia a borbotones. Él escribe. Aún en prosa, sigue siendo un poeta, con música. Hubiera sido un hermoso sueño de no ser por la realidad de esta apuesta frustrada a capital cultural. Santander no es cultural. Me había engañado. Santander sigue siendo una ciudad de apariencia, de pijos trasnochados que pasaron de la Slam a las gafapastas sin pestañear. Por qué pasa eso? Por qué si es una actuación de performance de novatos sin talento y mucho aburrimiento hay un séquito de perroflautas con iphone? No lo entiendo. Ayer vino un genio, un referente que nuestros hijos estudiaran como un rompedor, una bofetada de aire fresco que cambiará la literatura nacional con su idea de literatura con fuentes de inspiración ilimitadas y en absoluto obsoletas. Pero lamentablemente no vino de la mano de Iñigo de la serna al río de la pila con un spray grafitero y una mandíbula desencajada como arma. En la conferencia taller eramos pocos, lectores menos y aún tenemos las osadía de preguntarnos por qué no seremos capital cultural. Sin comentarios. Ojalá algún día dejemos de hacer aviones de papel y abramos los ojos ante los maestros, y lo que es más importante, aprendamos de ellos. De momento me conformo con no darlos la espalda.

domingo, 10 de octubre de 2010

Vargas Llosa

A Vargas Llosa. Esta no es una carta personal a don Mario, pero las pretensiones ahí quedan. Quiero darle las gracias, le daría un abrazo si lo tuviera a mi vera, o dos. Pero eso está mas complicado. Las gracias son generales donde las haya. Por existir. Por venir al mundo alguien que cambie el mundo, que sea protagonista en este mundo enfermo de mil penas, con una sonrisa enorme. Es capaz de hablar de las letras como yo las sueño. De expresar al mundo su alegría por su merecido nobel y ser capaz de hacer que le comprendamos, como si hubiésemos permanecido mil noches en vela preparando café, para largas horas de escritura. De explicarnos como escribir es para él, un placer unido irremediablemente a la necesidad de expresarse. Uno piensa que los filósofos, los científicos y los magos de las palabras, son seres extraños que no sienten particular emoción por los premios, en su mayoría politizados. Y ahí esta don Mario, con una sonrisa que retrata la felicidad como una radiografía. Emocionado y humilde donde los haya. Y a la prensa españolita (con todo el desdén de mi corazón) solo le importa destacar el papel de España en su vida. Señores, dejemos de mirarnos el ombligo por un instante y miremos el de este hombre, que dejo de estar entre los mundanos, para ser un guía sobre la lucha, la tenacidad y la inteligencia.

viernes, 24 de septiembre de 2010

proyecto nocilla

Porque cuando llueve, las gotas me devuelven esa pizca de melancolía que me hace creer ser especial y me encanta.
La gente protesta, más bien gruñe por el mal tiempo. A mal tiempo buena cara, jeje. Y estoy aquí, pensando en qué libro va a ocupar estas densas líneas, sin definir un objetivo claro. Pienso en libros de dudas, de aptitudes, de sonrisas y lágrimas, sin barones salvadores. Hablo al fin y al cabo de los mismos sentimientos tratados de mil y una formas distintas, por magos de las palabras. Qué libro comentar hoy? Todos o ninguno, o mejor dicho, todos y ninguno, porque no me gustan las exclusiones innecesarias, Y me propongo recomendar un libro especial. Leemos porque queremos por un instante, ver la vida desde los ojos de otra persona.
Y a mi hoy me gustaría ser Fernández Mallo. Porque contiene tras unas detestables gafas de pasta, gestos de locura y sabiduría. Porque la genialidad es incapaz de separarlas. Proyecto nocilla.

martes, 6 de julio de 2010

la joven de las naranjas

Qué habrías elegido si te hubieran dado la oportunidad de elegir? Vivir un breve rato en la tierra y al cabo de unos años ser arrancado para jamás volver? O habrías rechazado la oferta?
En torno a esta pregunta gira este maravilloso libro.
Es sencillo, la misma elección de siempre. Arriesgar o asegurar. Si los estudios actuales no nos clasificaran en gente que usa desodorante o no y se dedicaran a cosas más interesantes, (no digo que la ausencia de desodorante, no sea importante), creo que nos separarían en dos grupos principales. Los que esperan su suerte y los que la persiguen.
Los que aprovechan cada instante, arriesgándose a caer y a levantar. Y los que esperan que la suerte les libre de cualquier riesgo, de cualquier alteración que les haga sentir y vislumbrar, cualquier síntoma de futura pérdida. Puede que exista el destino, puede que no. Puede que haya afortunados, pero no estrellados, sólo vencidos. Gente que se abandona a su destino como un trayecto sin pena ni gloria, simplemente, por vivir sin sufrimiento alguno. Pero la vida no es sencilla, no está hecha para todos por igual. La joven de las naranjas nos muestra como a veces tenerlo todo y perderlo de un plumazo, se confunden sin remedio. En ocasiones, el sentimiento de pérdida es tan grande, que hace replantearse una vida entera y si realmente nos compensa el mero hecho de sentir. Yo creo que si.

sábado, 12 de junio de 2010

Micah P. Hinson

La vida sólo es corta, cuando las cosas te van realmente bien. Esos días de mierda en los que el trabajo es tedioso, o la ausencia de él, insoportable, los minutos son horas. Ayer tuve el placer de escuchar a Micah P. Hinson. Apenas lo habia escuchado un par de veces, gracias a la gentileza de spotify, cuando me descubri ante no solo un gran músico, sino ante una persona capaz de hundir al genio mas brillante del cosmos del éxito. No es grande, parece anciano, en realidad es un crio menor de 30 con una vida abrumadora que hace sentirse a cualquiera criado entre algodones. Ha pasado por el infierno de las drogas, por el infierno de la indigencia, y como guinda al macabro postre, la cárcel. Y despues de esa espiral de desdichados acontecimientos tiene la capacidad y la valentía de no llorarse a si mismo y convertirse en el mismísimo ave fenix y reinventarse en genio. Humilde, capaz de acariciar la guitarra sin tocarla, con la ilusión utópica del adolescente, me hace pensar si ambos estamos hechos de la misma pasta. Si esto es asi, por favor quiero el libro de reclamaciones. Alguien olvidó poner un poquito de fuerza en mi mezcla.

lunes, 10 de mayo de 2010

LIBROS, LIBROS, LIBROS...

Una librería...un trabajo tan afortunado para aquel que ama los libros, como peligroso para el que, además de amar la lectura, no cuenta con una gran cuenta bancaria para pedir y pedir más y más libros. Me meto en la cama pensasoñando en todos aquellos libros que no pueden faltar en nuestras estanterías..."Y tengo que pedir aquel que tanto me gustó de pequeña, "Corazón" de Edmundo de Amicis, donde valores como la nobleza y la honestidad entre un grupo de estudiantes, eran tan apreciadas como tener hoy una Play Station...y, bueno, no pueden faltar tampoco "Los tres Mosqueteros" de Dumas, insuperable en el modo de contar aventuras (y mira que los dibujos también eran buenos :), ¿y para más adultos? Nunca olvidaré la emoción al leer "La Cartuja de Parma" de Stendhal, jamás una historia de amor me caló tan hondo (aún más que su más famoso "Rojo y Negro"), o "El Cuarteto de Alejandría" de Durrell, donde la misma historia es contada por cuatro personajes distintos, y es entonces cuando entiendes y aprendes lo que es la perspectiva de cada uno, en el libro, y en la vida..." y así estoy hasta las tantas de la mañana. Entonces, al día siguiente, puede que vayas a trabajar y no vendas ningún libro, puede que alguna clienta (llena de buenas intenciones) le diga a su perro en la puerta, durante una eterna media hora "Dí hola a la chica, Skiper, dí hola, vamos Skiper"...todo esto a unas tempranísimas 7:30 de la mañana, porque también hay que vender prensa para poder mantener nuestra tienda soñada. Y puede que algún cliente se queje de que su pulsera (aquella que venía con el periódico) no le ha vuelto diez años más joven, ni le ha devuelto la elasticidad, ni le ha puesto los ojos azules... Pero un día, algo llama la atención de estos mismos clientes...ese dibujo en la pared del eterno Principito, pidiéndote que nunca olvides al niño que hay en ti, o el nuevo libro de Javier Sardá o de Pérez-Reverte (que más da que no sea el de Stendhal!), o viene un padre pidiéndote consejo para un adolescente, que momentáneamente ha aparcado su Play Station PSPDS2 nueva generación, y tú, sin dudarlo, le dices que le lleve "Rebeldes" de SE Hinton, o "El guardián entre el centeno", a ver si le enganchamos... Y, yo no se por qué será, es entonces cuando te olvidas de los madrugones, de clientes demasiado habladores a horas demasiado tempranas, de pulseras milagrosas, etc., y...coño, como que te sientes feliz y contenta contigo misma, mientras empiezas a imaginasoñar cuántos niños vendrán al próximo cuentacuentos, y qué libro mágico les vamos a contar...

miércoles, 5 de mayo de 2010

visitantes

Me gusta la sopa, quiero decir, la tienda. Puede que no tenga nada especial, que no tenga mucho de nada, pero le sobran intenciones. Si preguntas por un libro te ganarás simpatía por siglos y es que lo mejor que tenemos son los “visitantes”. Están los que traen una manzana para que se te haga mas corta la espera y los que vienen con bombones como recompensa a la paciencia. A veces me siento como el médico de pueblo de toda la vida. Señores, sólo les escucho. Sólo me río, sólo me siento afortunada por recibir tanto a cambio de tan poco. Después están los que te recomiendan sus libros preferidos. Eso es como enseñarte las fotos de su nieto. Te tiene que parecer la criatura más hermosa de la tierra...sino, malo. Así que lees sus libros, es difícil, pero aquí señores, hay que mentir. Metamorfoseo en la reina de la diplomacia y sin mucho énfasis le comunico mi entusiasmo personal por dicha prosa mágica. Pero a veces llegan libros únicos, de esos que te compras, de los que no coges en la biblioteca, y hacen que adore a ese profesor de literatura que me visita puntualmente cada semana y me contagia su entusiasmo junto con sus ganas de jubilarse. Gracias profe, por presentarme tardíamente a Luis Sepúlveda y su “el viejo que leía novelas de amor”.